Radiantes los labios tengo de mencionarte
Y eufórico el corazón
de pretenderte
De idearle colores a mi vientre
Y que llenes de paisajes tu atolondrado y acuoso cristal.
A veces quisiera entristecerme y traspasarte esa languidez
de la vida
Ese silencio de estrella perdida, que habita en mi espacio
Pero no es justo que
sufras de la misma poesía
Ni de la misma nostalgia imprecisa de mi andar cosmológico
Ni que tropieces en las mismas piedras que yo, antes de llegar aquí
Aunque… ya no
recuerdo en los caminos que anduve
Porque desde que tu existes,
Presiento que no soy un corazón congelado
Y Que no lucho con gigantes que no puedo vencer
De golpe se me ha
venido el sol a la vida
Y han vuelto las
almas que a diario perdía,
Ahora, iriso (azul/naranja),
de
tu mano invisible,
El cielo,
Aunque a veces él, quiera convencerme de su tono gris